El 1ro de junio tiene
nuestra historia varios acontecimientos transcendentales. En 1944 fue
elegido presidente Ramón Grau San Martin (1881-1969). En 1948 fue
elegido, según se comenta democráticamente, Carlos Prío Socarrás
(1903-1977) y varios acontecimientos más que nos remitirían a una
investigación interminable y enorme.
Pero
no es politizar lo que me mueve a hacer este escrito, sino un noble
recordatorio sobre esta fecha como el Día Internacional de la Infancia.
Nuestro apóstol fue un
incansable luchador y trabajador para ellos, resumiéndonos que "nada es
más importante en el mundo que la sonrisa de un niño". En Cuba su
celebración es en el tercer domingo de julio, aunque debiera ser
celebrado todos los días del año.
Este sector no priorizado y siempre frágil, débil ante nuestros ojos, no es debidamente protegido en muchas partes del mundo. Nosotros, como parte de este mundo, no nos quedamos fuera de esa indefensión infantil. Teniendo el Gobierno como justificación un embargo-bloqueo que nos pareciera infinito y nunca vencido, que amargamente y como carambola por los bajos salarios existentes y otros etc., les toca a nuestros hijos.
Digan lo que digan, los que no
tienen ojos, oídos, ni corazón, y solamente piensan en sus egoístas
posiciones políticas, hoy, hasta alimentarlos debidamente es una odisea.
Hay que hacer un llamado a la apertura no politizada sobre la felicidad
de los niños. Este día un regalo, una fiesta y un momento feliz. Venga
de donde venga, pero respetuosamente, debe ser bienvenido y bendecido.
Así debe ser, ¿qué sabrán los niños en su enorme ingenuidad de
escaseces, de políticas erradas, de bandos de izquierda-derecha y de
miedos?
En este enorme problema
divisorio político cubano hay que hacer un llamado a todos los
opinadores y aspirantes políticos a dejar esa tendencia de hablar sobre
odios y otras ambiciones, más en este día. Una meta a trazarnos podría
acompañar esta jornada y su slogan decir: "cero política hoy, haz feliz a
los niños que te rodean". No crean que no podemos lograrlo,
intentémoslo, no hay nada mas reconfortante que reconciliarnos,
perdonarnos, y mucho más ante la sonrisa noble de ellos.
Aunque a decir verdad y siendo
sincero, a algunos que los perdone Dios, yo ya los perdoné, y la
historia que a todos nos ha de pasar algún día la cuenta, se encargará
de ponerlos en el lugar que van y merecen.
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