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lunes, 1 de diciembre de 2014

A los jóvenes que se fatigan.

En mayo de 1884 José Martí escribe para La América un artículo dedicado a Judah P. Benjamin y presisamente así lo titula. Lleno de entusiasmo lo califica como a un senador brillante, ministro leal y temido. 

No comenta su vida el apóstol porque fuera personaje lleno de honor y fortuna, sino porque este personaje prominente fue orgullo en lo que se es más difícil y glorioso serlo: en la energía de la voluntad, en la entereza del carácter en las desdichas, en la claridad de juicio y firmeza del propósito en la hora de la vejez y de la desventura en que ambas desmayan.

"A los jóvenes que se fatigan de la inutilidad de sus esfuerzos, a los soberbios que se impacientan porque la opinión pública no reconoce pronto sus talentos y virtudes; a los pobres de espíritu que, cuando se le viene abajo sus esperanzas o su fortuna, languidecen como un hongo en la grieta de una viga seca, o se despedazan el cráneo; a los equivocados que confunden la necesaria lentitud en que la prosperidad se va afianzando con los desdenes injustos de una deidad caprichosa, o con la singular malevolencia del mundo conspirado en su daño, presentamos como ejemplo a Judah Benjamin."

Pocos hombres coronan una vida; él coronó dos, nos asegura Martí... todo hombre joven debe saber del antillano, porque ni norteamericano tan siquiera era, lo cual hace aún más mérito de sus primeros triunfos. Todo hombre joven, cuando sienta que se le aflojan los desmayados brazos, debe pensar en Judah Benjamin.

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