Blogroll

jueves, 27 de marzo de 2014

¡Que así sea!


Como todos conocemos, Dios prefirió la traición y el pecado del hombre, antes de privarnos de nuestro libre albedrío y de la libertad plena para gobernarnos a nosotros mismos.

El ser humano es libre e independiente por naturaleza. Está dotado de capacidad suficiente para gobernar libremente su vida, y de actuar consecuentemente según sus decisiones, por lo que todo lo que limite y/o menoscabe esta cualidad erigida en Ley Suprema…, es antinatural y destructivo, toda vez que atenta contra su propia existencia.

Esta libertad de autogobierno implica además un derecho, y este no es otro que el de propiedad sobre su propia persona y de todo aquello que sea capaz de crear y de obtener por medios que no constituyan nunca una amenaza para las personas o propiedad de los demás individuos.

La naturaleza librealbedriana del individuo, está por encima de la voluntad de los hombres, es condición sine qua non para el progreso, la felicidad y la continuidad existencial de la comunidad humana. Como entes sociales, necesitamos de la creatividad, de las experiencias y los servicios libres y voluntarios de otros, y si esta libertad y creatividad libre es limitada, pues evidentemente las sociedades no evolucionan, y lo que es peor aún, comienzan como en el caso cubano, a involucionar.
 
Es por ello que el progreso y la felicidad humana son tanto mayor, como lo sea el nivel de libre creación y autogobierno de los individuos que la conforman.

El individuo es la médula de toda sociedad, es su cuerpo, su corazón, su cerebro y la sangre que le dan vida. Esta, sin aquel, no existe. El individuo es lo real, lo primario, la sociedad es solo un espectro de él.
Ahora bien. ¿Por qué las guerras, la miseria, las desigualdades, las injusticias y la infelicidad humana, continúan siendo el escenario de las sociedades actuales?

Muchas pudieran ser las respuestas y razones a esta realidad, pero hay una, que en nuestra opinión consideramos incuestionable: La existencia del Estado.

¿Por qué decimos esto?

Hay una razón básica, y es el hecho de que el Estado vulnera la ley natural de la esencia del ser humano. Es un producto antinatural por excelencia, toda vez que una mayoría de personas, cede y delega su poder singular e intrínseco a una minoría, sometiendo indiscriminada y coactivamente a través de leyes monopólicas, el interés individual al colectivo; al interés de algo que como ya vimos es naturalmente inexistente. En nombre de la sociedad el individuo destruye su propia esencia, sacrifica su derecho inalienable de la libre creación, y del autogobierno de su existencia, deja de ser dueño absoluto de sí mismo para convertirse en un autómata social del Estado, o sea, de una minoría de individuos que sí son dueños de sí mismos. En fin, el Estado es un enorme y fatal error existencial y como tal, su esencia es autodestructiva.

Por ejemplo, en el caso de Cuba, el Estado se vanagloria de ser justo, humano, que vela por los intereses de todos sus súbditos, que garantiza la igualdad y el libre desarrollo individual de sus ciudadanos, y de muchas cosas más que pudiera parecer que los cubanos vivimos en el jardín del edén.
Sin embargo, en la sociedad cubana prima la tristeza, la apatía, las necesidades de todo tipo, las injusticias y desigualdades injustificadas, una falta de libertad casi absoluta de los individuos, coacción sin límites garantizada por leyes monopólicas, anti naturales y draconianas, deshumanización alarmante, inmoralidades y desesperanza.

La libre creatividad y hasta la libre emisión del pensamiento están supeditadas a los intereses del grupo dominante que llaman Estado, los hechos nos demuestran que en nombre de los intereses de toda la comunidad, se vulnera con fuerza el derecho individual y personal a sencillamente discernir u oponerse.

Y es que, por muy altruista que sean los gobernantes de un Estado, jamás podrán satisfacer eficientemente las necesidades de cada individuo y mucho menos suplantarlos en su individualidad y capacidades para que se manifiesten en todo su esplendor creativo. El individuo es único e inigualable y esa naturaleza singular es el presupuesto para el desarrollo y la prosperidad armoniosa de la sociedad humana.
 
Es por ello que la aparición del Estado, constituye el comienzo y el fin mismo de la involución de las sociedades humanas, pues su surgimiento lleva intrínseco su propia destrucción, dada su naturaleza esencialmente antinatural.

El Estado podrá alterar las leyes de la naturaleza por un tiempo, pero jamás, todo el tiempo. AMEN.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Blog Archive