Lic.
Nelson Rodríguez Chartrand. Periodista de la Productora
Independiente Criollo Liberal. La Habana, 11 de febrero, 2014
Recientemente,
conversaba con un entusiasta e iluminado amigo, digno ejemplo de
cubano defensor de la libertad y la democracia, el que me comentaba
entre otras cosas, sobre las últimas vejaciones y violaciones de las
que había sido víctima por parte de agentes de la policía
política, privándosele impúdicamente de los derechos más
elementales que como ser humano le asisten, por el solo hecho de
expresar lo que piensa y de respaldar, pacíficamente, la voluntad
manifiesta de miles de cubanos por hacer de Cuba una patria libre,
donde reine la paz, la justicia, la igualdad y el verdadero respeto
a la dignidad plena del hombre.
Ya,
camino a casa, pensaba en los relatos del buen y noble amigo.
Por
mucho que traté de encontrar una sola razón que pudiera dar algún
sentido al actuar de los agentes del Diablo, me percaté que todo
esfuerzo era infructuoso.
Traté
de dirigir mis pensamientos hacia otros temas, pero no fue posible, y
preguntas como estas me consumieron por completo:
¿Hasta
cuando el sufrimiento, la marginación y la enajenación sin límites,
estarán presentes en la vida de los cubanos que no sucumben a los
designios del poder y la injusticia?
¿Hasta
cuándo las golpizas, detenciones arbitrarias, amenazas de todo tipo
e intimidaciones potenciales, será el lenguaje a utilizar por el
gobierno cubano contra quienes no bajan la cabeza ante la crueldad,
el crimen y la mentira?
¿Cómo
es posible que a seres humanos, fieles a la justicia y de buenas
intenciones para con la patria y su pueblo como mi amigo y muchos
otros, se les maltrate, encarcelen y hasta les asesinen?
¡Qué
horror, DIOS
mío!
¿Qué
es lo que está sucediendo?
Al
instante, una revelación divina se apodera de mi ser que hace brotar
lágrimas del corazón:
“Solo
cuando hay ausencia absoluta de AMOR, COMPASION Y PERDON, tienen
espacio estas actitudes y manifestaciones.”
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