Uno
de los aspectos más dramáticos en oprimir las naciones a sus
distintos grupos, lo constituye la formación de una clase especial
de ciudadanos, los de primera línea, me refiero hoy a los que
pertenecen al Partido Comunista de Cuba (PCC) único permitido
legalmente por las leyes y autoridades militares de nuestro país.
Les llamaremos “los sin contrapartida”.
La
formación de estos grupos tiene un efecto fortalecedor en todas las
esferas del brío humano, debido sin lugar a duda muy a menudo a la
lucha entre sus convicciones y los fines que representan los
distintos sectores en la sociedad. La necesidad de esas agrupaciones,
es quizás, la que se comprueba con más facilidad en el dominio de
la política, en la formación de los distintos grupos o partidos
políticos. Las convicciones y los objetivos comunes, los intereses
afines producen en toda sociedad grupos diferenciados, que en cierto
aspecto han de actuar como equipos, que mientras más aislados,
mejores son de manipular…, recordemos juntos el viejo adagio de…
“Divide et impera” algo muy viejo, que traducido al castellano
cubanizado nos dice: Divide y vencerás.
Albert
Einstein, quien nos asegura que según en su opinión, la uniformidad
dentro de una nación no es deseable aunque lograra obtenerse. En un
artículo publicado en Nueva York en noviembre de 1938 titulado ¿Por
qué se odia a los judíos? comenta sobre como la opresión también
resulta un estímulo, inclusive para desfavorecer a otros grupos. Y
nos asegura:
“La
necesidad de esas agrupaciones es quizá la que se comprueba con más
facilidad en el dominio de la política, en la formación de los
partidos políticos. Sin
partidos los intereses políticos de los ciudadanos están condenados
a languidecer. Se carecería de la tribuna para el libre intercambio
de las ideas.
El hombre se encontraría aislado y no podría afirmar sus puntos de
vista. Además, las opiniones políticas maduran y se desarrollan a
través del estímulo recíproco y la crítica que formulan los
hombres que poseen disposiciones análogas y persiguen el mismo fin;
y la política no difiere de los restantes ámbitos de nuestra
existencia cultural. Se reconoce así, por ejemplo, que en las épocas
de gran fervor religioso pueden surgir distintas sectas, cuyas
rivalidades impulsan la vida religiosa en general. Se sabe bien, por
otra parte, que la centralización -esto es, el aniquilamiento de los
grupos independientes- conduce al
exclusivismo y a la esterilidad en la ciencia y en el arte, puesto
que tal centralización controla, y hasta suprime toda oposición de
ideas y las tendencias de la investigación”
El
vínculo que me ha unido a los judíos hoy, en especial a los
pensamientos eistenianos, es sobre todo el ideal democrático he
histórico en la búsqueda de justicia social, ligado a la idea del
entendimiento y la tolerancia entre los hombres de paz. Causal del
saludable instinto político de todos los pueblos. Claro está, que
la vida de los hombres en comunidad, no puede durar largo tiempo
sobre la base de la fuerza bruta, la barbarie, el pavor o el odio.
Pues
esa es la cabeza de la pirámide de las dictaduras, bajo la cual
todas las demás organizaciones se subordinan, se subdividen y
se apropian de un espacio diferente de la vida y el quehacer
social e individual de la población, que no puede moverse en
ningún sentido para escapar de sus tentáculos inmunes e impúdicos.
Asfixiándonos, explotándonos, agobiándonos bajo la misma égida
aterrorizadora del miedo y las preocupaciones diarias,
convirtiéndoles en una maquinaria autoritaria, totalitaria, que
no deja un camino diferente a los sectores o grupos distintos para
poder moverse y tener eso que llaman esperanza, fe…, pues
desde el abogado defensor, hasta el periódico o la más mínima nota
divulgativa son extensiones del brazo poderoso del poder de un único
grupo. Reflejando un grave desafío a la estructura fundamental de la
civilización moderna, situación peligrosa e inicua, sobre todo
cuando comienzan por predicar el odio y no el amor. Análisis que
culmino como empezamos…, pero con dos preguntas en una, ¿Por qué
se odia tanto en Cuba a los demócratas…, y no se legalizan los
partidos políticos? A que teméis los “proletarios” desuníos.
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