Las
discusiones sobre las privatizaciones llevan ya décadas, se dice que
comenzaron al inicio de la década de 1980, con los planes de
privatizaciones de los gobiernos de Gran Bretaña y del gobierno de
centro-derecha de Francia, convirtiéndose luego en un análisis un
poco más ampliado y general sobre el papel que desempeñan los
Estados en la economía de los países en vía de desarrollo o los
países desarrollados.
La
política económica y los derechos sobre la propiedad son asuntos
que nos conciernen a todos, la transición de una economía
centralizada y dominada por la “supuesta” propiedad colectiva, a
una de propiedades privadas, o sea, hacia una economía de mercado
debe ser uno de los temas principales de discusiones que algunos
creen ver acercar. La transparencia en estos procesos es de vital
importancia, para poder medianamente encaminar el tejido hacia una
moderna, mejor y dinámica sociedad.
Para
tener éxito en esta empresa se deben crear las entidades necesarias,
empoderar con conocimientos a todos y establecer el papel adecuado
que debe poseer el señor Estado.
Para
que medianamente funcionen bien las economías de mercado, se
necesita que el Estado sea capaz de establecer y hacer cumplir con
cabalidad las “reglas del juego”, pero que las mismas sean reglas
justas, necesitamos un conjunto racionalizado de normas precisas, que
dejen escaso margen para la especulación, interpretación o
discreción. La
transición a una economía de mercado no será completa y real
mientras no se hayan creado instituciones fiscales eficientes con
programas, gastos adecuados y de costos razonables, pues un país
depende, entre otras cosas, de su desarrollo económico y de la
eficiencia de sus sistemas tributarios y administrativos. Estas
limitaciones deben ser examinadas periodicamente por los centros de
estudios sobre gastos públicos.
Mucho
ojo con el poder, porque el poder ha tendido siempre inclinaciones a
crecerse, a aumentar su esfera de acción, el avanzar más allá de
los límites que se le han fijado; y cuando el hábito de resistir
tal usurpación no es incentivado, y no se enseña al individuo a ser
celoso de sus más elementales derechos, la individualidad algo tan
natural, gradualmente desaparece y el gobierno o el Estado se
convierten en la totalidad. Estar alertas sobre nuestra indefensión
no es un drama, aunque el término “drama” podría parecer fuera
de lugar, respecto a un caso serio sobre los fundamentos de una
determinación seria.
Pues
entonces queridos lectores y específicamente mis compatriotas
cubanos, no nos queda otro remedio, ¡Ojo con este señor!
Que
los que se creen más vivos nos acechan y coaccionan con vulgares
decretos, y la acción humana no es ninguna labor ordinaria, ni nada
por el estilo, no debemos dejar al zorro solo al cuidado del
gallinero. ¡Ojo con este señor…, y sus cómplices! Vigilarles
bien.
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