León Padrón Azcuy, la Habana
martes 1 de octubre de 2013
El prisionero cubano Evelio Puentes
Mayea, quien cumple una sanción conjunta de 23 años de cárcel por
un delito contra la seguridad del estado, denuncia las terribles
condiciones a que son sometidos los reclusos en uno de los tantas
granjas de reeducación que supone un beneficio por su buen
comportamiento.
Luego de catorce años de duro encierro
bajo el rigor infernal de las cárceles cubanas, Puentes Mayea fue
trasladado para un “campamento de reeducación”
-nombre como también se les conoce- ubicado en el poblado del
Chico”, a unos 40 km de la capital habanera. Y si bien esta medida
suponía una alternativa a las penas privativas o restrictivas de
libertad, por cuanto aquí los presos no están en cerdas de rigor y
salen a trabajar. El trato es terrible, ya que son obligados a
trabajar forzosamente durante largas horas, bajo un pésimo régimen
de alimentación, y sin atención médica alguna.
Ya desde hace años la Comisión de
Derechos Humanos y Reconciliación Nacional que dirige el profesor
Elizardo Sánchez, conjuntamente con la prensa independiente cubana y
otras agrupaciones del Movimiento Cívico Cubanos, y a través de los
mismos reclusos, han venido denunciando los abundantes abusos y
violaciones, que se producen en todas las modalidades de reclusión
en la isla, sin que se aprecie mejoría alguna.
Para la dictadura cubana, poco importa
que su oficialidad carcelaria cumpla o no, -más allá de cualquier
delito- lo estipulado en las reglas mínimas para el trato a los
prisioneros, establecidas en las distintas convenciones de la
Naciones Unidas. Estas normativas reiteradamente son pisoteadas.
Según Puentes Mayea, el capitán
Richard, director del centro de reeducación del Chico somete
constantemente a los prisioneros a chantajes y malos tratos. Este
oficial, siempre se hace acompañar para sus amenazas de varios
guardias, y en más de una ocasión ha expresado… “Ustedes los
presos no tienen derecho a ningún beneficio, solo a trabajar
bastante y duro”.
Este enunciado carece del más mínimo
ápice de compasión, y es una declaración de desprecio y maltrato
hacia los reclusos, quienes deben estar sometidos a trabajar de lunes
a lunes, durante 14 horas diarias en la construcción de dos
edificios destinados a los médicos que atendieron al difunto Chávez
durante su enfermedad.
El hecho más abominable del Chico,
ocurrió este pasado 26 de septiembre, un día antes del pase que
cada dos meses se le otorga a cada recluso en estos campamentos. Ese
día el capitán Richard amenazó a los reos con abolirles el permiso
de salida, de no chapear y pintar toda la instalación, a pesar de
que los infelices habían regresado al filo de las ocho de la noche,
sin comer y sin bañarse de las duras labores constructivas.
Puentes Mayea describió que se resignó
a trabajar aquella noche hasta la una de la madrugada sin protestar,
pero que sin embargo a él se le fue suspendido su pase, debido a una
pequeña tardanza de 10 minutos acaecida en su anterior salida. “No
tuvieron en cuenta que mi retraso fue a causa de un fuerte aguacero y
un pésimo servicio de transporte” aseguró.
Nadie tiene el derecho de maltratar tan
vilmente a los presos como lo hacen en todos los centros de reclusión
del país. Al respecto la fuente declaró “Son verdaderos campos de
exterminio”, y continuó “Teníamos muchas esperanza que con la
libertad de René González -uno de los cinco espías-, se fuera a
preocupar mucho más, por las condiciones en que vivimos los reclusos
cubanos”.
La verdad, es una ironía que
mientras el gobierno cubano sobredimensiona sin reparo su campaña
por la libertad de sus “cinco héroes”, factura felonías como
las que se dan en estos campamentos de trabajo forzado, donde los
reos se alimentan de comida fermentada muchas veces, y no se les está
permitido, ni tan siquiera enfermarse. De ocurrir, ese preso perdería
el derecho a trabajar en esa granja, y aunque se recupere, ya otro
ocuparía su lugar, y el sería enviado nuevamente a prisión.
Evelio Puentes Mayea lleva catorce
años en prisión, es natural de ciudad de la Habana, y residía
antes de su encierro, en la calle 10 de octubre No 27 edificio 249E,
E/ Arango y Vía Blanca, Municipio 10 de octubre en compañía de su
anciana madre la señora Elsa Mayea quien a sus 73 años padece de
una enfermedad siquiátrica.
En estas declaraciones expresó
solemnemente que no le importa pagar las consecuencias de esta
denuncia, siempre y cuando la opinión pública internacional conozca
de las felonías del régimen cubano contra la población penal.
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