La Habana, Cuba, enero de 2012
Joisy García Martínez.
Pensaba y repensaba en casa, al calor
de un libro interesantísimo, que recoge varias crónicas, cartas y
discursos del apóstol José Martí, estructuraba la estrategia de
cómo empezar este año mis estudios individuales de superación
personal, en esta, mi recluida y modesta patria chica, jaula de
innumerables momentos de felices y tristes vértigos ideológicos, y
fue en este instante cuando redescubrí una carta que envió el 20 de
octubre de 1884 José Martí al General máximo Gómez. Por su
importancia, y vigencia, he querido reflejarla en su totalidad en mi
abandonadito blog, pensar que no vale la pena el sacrificio de ver a
su país libre de maldades y dictaduras, aunque sea con la palabra,
me es sencillamente imposible soportar.
No como se manda un campamento.
New York, 20 de octubre de 1884
Señor General Máximo Gómez
New York
Distinguido General y amigo:
Salí en la mañana del sábado de la
casa de Vd. Con una impresión tan penosa, que he querido dejarla
reposar dos días, para que la resolución que ella, unida a otras
anteriores, me inspirase, no fuera resultado de una ofuscación
pasajera, o excesivo celo en la defensa de cosas que no quisiera ver
yo atacadas,-sino obra de meditación madura:-¡qué pena me da tener
que decir estas cosas a un hombre a quien creo sincero y bueno, y en
quien existen cualidades notables para llegar a ser verdaderamente
grande!- Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía
personal que Vd. Pueda inspirarme, y hasta de toda razón de
oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un
ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a
traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería
más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora
soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría
excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en
él, y legitimado por el triunfo.
Un pueblo no se funda, General, como se
manda un campamento, y cuando en los trabajos preparatorios de una
revolución más delicada y compleja que otra alguna, no se muestra
el deseo sincero de conocer y conciliar todas las labores, voluntades
y elementos que han de hacer posible la lucha armada, mera forma del
espíritu de independencia, sino la intención, bruscamente expresada
a cada paso, o mal disimulada, de hacer servir todos los recursos de
fe y de guerra que levanten el espíritu a los propósitos cautelosos
y personales de los jefes justamente afanados que se presentan a
capitanear la guerra, ¿Qué somos, General? ¿Los servidores
heroicos y modestos de una idea que nos calienta el corazón, los
amigos leales de un pueblo en desventura, o los caudillos valientes y
afortunados que con el látigo en la mano y la espuela en el tacón
se disponen a llevar la guerra a un pueblo, para enseñorearse
después de él? ¿La fama que ganaron Vds. En una empresa, la fama
de valor, lealtad y prudencia, van a perderla en otra? Si la guerra
es posible, y los nobles y legítimos prestigios que vienen de ella,
es porque antes existe, trabajado con mucho dolor, el espíritu que
la reclama y hace necesaria: y a ese espíritu hay que atender, y a
ese espíritu hay que mostrar, en todo acto público y privado, el
más profundo respeto,- porque tal como es admirable el que da su
vida por servir una gran idea, es abominable el que se vale de una
gran idea para servir a sus esperanzas personales de gloria o de
poder, aunque por ellas exponga la vida.-El dar la vida solo
constituye un derecho cuando se la da desinteresadamente.
Ya lo veo a Vd. afligido, porque
entiendo que Vd. Procede de buena fe en todo lo que emprende, y cree
de veras, que lo que hace, como que se siente inspirado en un motivo
puro, es el único modo bueno de hacer que hay en sus empresas. Pero
con la mayor sinceridad se pueden cometer los más grandes errores, y
es preciso que, a despecho de toda consideración de orden
secundario, la verdad adusta, que no debe conocer amigos, salga al
paso de todo lo que considere un peligro, y ponga en su puesto las
cosas graves, antes de que lleven ya un camino tan adelantado que no
tengan remedio. Domine Vd., General, esta pena, como dominé yo el
sábado el asombro y disgusto con que oí un importuno arranque de
Vd. Y una curiosa conversación que provocó a propósito de él el
General Maceo, en la que quiso- locura mayor!- darme a entender que
debíamos considerar la guerra de Cuba como una propiedad exclusiva
de Vd., en la que nadie puede poner pensamiento ni obra sin cometer
profanación, y la cual ha de dejarse, si se le quiere ayudar, servil
y ciegamente en sus manos. No: no, por Dios!: ¿pretende sofocar el
pensamiento, aun antes de verse como se verán Vds. mañana, al
frente de un pueblo entusiasmado y agradecido, con todos los arreos
de la victoria? La patria no es de nadie: y si es de alguien, será,
y esto solo es espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento
e inteligencia.
A una guerra, emprendida en obediencia
a los mandatos del país, en consulta con los representantes de sus
intereses, en unión con la mayor cantidad de elementos amigos que
pueda lograrse, a una guerra así se la pinte en una carta mía de
hace tres años que tuvo de Vd. hermosa respuesta-, que era la que
Vd. ahora se ofrecía a dirigir, a una guerra así el alma entera he
dado, porque ella salvará a mi pueblo,- pero a lo que en aquella
conversación se me dio a entender, a una aventura personal,
emprendida hábilmente en una hora oportuna, en que los propósitos
particulares de los caudillos pueden confundirse con las ideas
gloriosas que lo hacen posible, a una campaña emprendida como una
empresa privada, sin mostrar más respeto al espíritu patriótico
que la permite, que aquel indispensable, aunque muy sumiso a veces,
que la astucia aconseja, para atraerse las personas o los elementos
que puedan ser de utilidad en un sentido u otro, a una carrera de
armas por más que fuese brillante y grandiosa, y haya de ser
coronada por el éxito, y sea personalmente honrado el que la
capitanee,- a una campaña que no dé desde su primer acto vivo,
desde sus primeros movimientos de preparación, muestras de que se la
intenta como un servicio al país, y no como una invasión
despótica,- a una tentativa armada que no vaya pública, declarada,
sincera y únicamente movida, del propósito de poner a su remate en
manos del país, agradecido de antemano a sus servidores, las
libertades públicas, a una guerra de baja raíz y temibles fines,
cualesquiera que sean su magnitud y condiciones de éxito- y no se me
oculta que tendría hoy muchas- no prestaré yo jamás mi apoyo-
valga mi apoyo lo que valga-, y yo se que él, que viene de una
decisión indomable de ser absolutamente honrado, vale por eso oro
puro,-yo no sé lo prestaré jamás.
¿Cómo, General, emprender misiones,
atraer afectos, aprovechar los que ya tengo, convencer a hombres
eminentes, deshelar voluntades, con estos miedos y dudas en el alma?-
desisto, pues, de todos los trabajos activos que había comenzado a
echar sobre mis hombros.
Y no me tenga a mal, General, que le
haya escrito estas razones. Lo tengo por hombre noble, y merece Vd.-
que se le haga pensar. Muy grande puede llegar a ser Vd.- y puede no
llegar a serlo. Respetar a un pueblo que nos ama y espera de
nosotros, es la mayor grandeza. Servirse de sus dolores y entusiasmos
en provecho propio seria la mayor ignominia. Es verdad, General, que
desde Honduras me habían dicho que alrededor Vd. se movían acaso
intrigas que envenenaban, sin que Vd. lo sintiese, su corazón
sencillo, que se aprovechaban de sus bondades, sus impresiones y sus
hábitos para apartar a Vd. de cuantos hallase en su camino que le
acompañasen en sus labores con cariño, y le ayudaran a librarse de
los obstáculos que se fueran ofreciendo- a un engrandecimiento a que
tiene Vd. derechos naturales. Pero yo confieso que no tengo ni
voluntad ni paciencia para andar husmeando intrigas ni
deshaciéndolas. Yo estoy por encima de todo eso. Yo no sirvo más
que al deber, y con éste seré siempre bastante poderoso.
¿Se ha acercado a Vd. alguien,
General, con un afecto más caluroso que aquel con que lo apreté en
mis brazos desde el primer día en que le vi? ¿Ha sentido Vd. en
muchos está fatal abundancia de corazón que me dañaría tanto en
mi vida, si necesitase yo de andar ocultando mis propósitos para
favorecer ambicioncillas femeniles de hoy o esperanzas de mañana?
Pues después de todo lo que he
escrito, y releo cuidadosamente, y confirmo,- a Vd., lleno de
méritos, creo que lo quiero:- a la guerra que en estos instantes me
parece que, por errar de forma acaso, está Vd. representando,-no:-
Queda estimándole y sirviéndole
José Martí.
¡Qué vigencia por Dios!
em@iles al Vaticano
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Deferencias para con ustedes. Me llamo Reinerio Ramirez Pereira soy cubano y resido en Berna - Suiza.
¡Non andate a Cuba, che la Chiesa sospenda súbito il viaggio del Papa. Wilman Villar ‘e stato ucciso dal regime cubano!
Lamentablemente el mundo no quiere escuchar los crimenes de lesa humanidad que se cometen en Cuba por mas de medio siglo. La iglesia como vocera de libertad y justicia , enterada de la realidad debe pronunciarce
Las torturas de Castro.
http://video.google.com/videoplay?docid=-7621579934904198438#
Los muertos de Castro
http://www.youtube.com/watch?v=33bc86Tuvp4
Nadie escuchaba
http://www.youtube.com/watch?v=9Me-5wryFDQ
Conducta impropia, campos de concentracion UMAP.
http://z11.invisionfree.com/Basta_de_opresion/index.php?showtopic=2278
Documentales del instituto de la memoria historica cubana contra el totalitarismo.
http://www.cubamemorial.net/Documentales.htm
de ustedes, cordialmente, Reinerio.