Cubano
a la cañona, mi voz y mi castigo.
Dalvinder
Singh Jagpal.
La
Habana, Cuba, diciembre de 2011
Dalvinder
Singh Jagpal.
Al
plenipotenciario embajador de la república de India en la Habana,
Cuba.
Querido
embajador, ante todo reciba usted mi sincero y cordial saludo, estoy
enviando tercera carta desde el corredor de la muerte, segunda carta
que le envié contando las historias del (anterior embajador) durante
un año de su gestión, le quité una parte de su máscara, y a él
no le gustó para nada en el mundo, para tomar represalias, el ordenó
a funcionario de la embajada que solo para vivir y hablar conmigo o
con otra persona, como si fuera gran cosa, voy a morir por nostalgias
de oír las mentiras del gran mentiroso, cínico, cobarde y traidor.
Señor
embajador, usted debe saber muy bien que en Cuba los diplomáticos de
la India no cumplen con su deber con sus ciudadanos, a menos con los
prisioneros de su país. En Cuba hay prisioneros de más de 40
naciones, que sepa usted, todos los diplomáticos del mundo visitan a
sus ciudadanos una vez al mes. Ellos son los encargados de llevar
aseo personal, frutas y otros artículos cotidianos y ayudan a
comunicar con sus familiares, todos los diplomáticos del mundo todo
el tiempo están pendientes de la acción de sus ciudadanos, sin
embargo los diplomáticos de la India todo el tiempo conspirando
contra sus ciudadanos, como si fueran representantes de un gobierno
dictatorial, totalitario y violador de los derechos humanos idénticos
a Cuba, cada vez que reclamé a (embajador anterior) situación de
penitenciaría su respuesta era que no se podía dar o tal vez dar
cinco estrellas, los diplomáticos de la India, como actúan conmigo
descaradamente tienen conocimiento varias organizaciones prestigiosas
en Cuba incluyendo a la sociedad civil cubana, los opositores
cubanos, las Damas de Blanco, los religiosos católicos y periodistas
independientes, usted mismo puede averiguar, durante mis casi 9 años
de mi secuestro cuantas veces me visitaron, me llevaron dos veces a
unos supuestos juicios para justificar mi secuestro, me condenaron
cobardemente a 30 años de privación de libertad sin pruebas y sin
testigos, los supuestos diplomáticos de la India ni siquiera
presenciaron la diabólica corte comunista, como si yo fuera Osama
Bin Laden, hasta ahora a nadie le interesa mi situación, me visitan
de vez en cuando para cumplir formalidades y burlar de mi persona,
llevo casi 9 años abandonado completamente por los diplomáticos
corruptos y negligentes de la India, como bien dicho en nuestro país,
los zapatos se ven muy bonitos en pie, no puede usar como turbante,
es por eso que estoy publicando mis quejas en google y varios otros
sitios, porque me negaron todos mis derechos y aun tengo que soportar
ignorancias y bolas sucias de (anterior embajador), por decir la
verdad, quien no la debe no la teme.
Estimado
embajador, cárcel Castro es terrible, donde hay escaseces de todo,
miseria abunda y es por eso que los famosos combatientes de Castro me
robaron cocina eléctrica, los prisioneros no tienen derecho a
trabajar por salario, ni estudiar, tampoco reclamar nada, teniendo
que permanecer encerrados las 24 horas del día como animal salvaje,
en lugares muy sucios, oscuro con mucha humedad, si los prisioneros
no tienen ayuda de los familiares o sus embajadas se muere uno.
Satyagraha
nos enseñó a nosotros que la verdad está por encima de todo, sin
embargo, estoy en un país donde la mentira esta institucionalizada y
tiene desprecio la verdad. Señor embajador a mí no me hace falta
ningún servicio de (anteriores embajadores), ellos dos no tienen
buena voluntad para atender a sus ciudadanos, tampoco yo confío de
ellos, ambos son delincuentes profesionales y el abuso de poder que
realizan contra sus ciudadanos, le pido disculpas por robar su tiempo
precioso, pero también es mi deber, porque el día de mañana no se
podrá decir, que no se enteraron de mi situación, muchas gracias
por preocuparse por sus ciudadanos y que Dios le bendiga a ustedes y
a su misión.
Reo
del área especial, Combinado del este, su seguro servidor
Dalvinder Singh
Jagpal.
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