Por ÁNGEL SANTIESTEBAN
Fuimos una generación que al nacer nos vendaron los ojos para dictarnos la manera en que debíamos razonar y aplazar los sueños, porque nos aseguraron que la luz cegaba. Las madres soportaron la injusticia por temor y protegernos, porque sabían que lo peor aún estaba por sucedernos.
Luego, al principio, por necesidad o intuición, buscamos los destellos ínfimos que se filtraban por las hendijas en los bordes de la venda. Y era definitivamente bello. Llegamos a la convicción de que seríamos ciegos felices. Hasta que apartamos la venda. A partir de entonces ya no podemos vivir sin el fulgor de los iluminados. El Blog Los hijos que nadie quiso, en lo particular, es el espacio urgente para compartir el libre pensamiento, algo desconocido y vedado en mi país desde hace varias generaciones.
Desde que emprendí mi camino con el blog, he sentido la irradiación de libertad que desconocía. Y una vez que se prueba ya no puede faltar, es imprescindible como el oxígeno mismo. A partir de entonces mi vida espiritual se multiplica, pero la Policía Política de mi país, al no poder alcanzar lo etéreo y censurar el pensamiento, se ocupa de que el cuerpo pague la osadía. La materia es el rehén del proceso político cubano. Y a dos meses de iniciado el blog fui asaltado por tres hombres que me amenazaban: “no convenirme hacerme el contrarrevolucionario”, con el resultado de una fractura en el brazo. Esa tortura inicial se conoce con la frase: “enseñar los instrumentos”, que no lleva otro fin que atemorizar, aterrar y prevenir el sufrimiento que aguardan las futuras horas de existencia. De inmediato se me suprimió el correo electrónico asignado por el Ministerio de Cultura. Se impidió mi publicación y participación en eventos culturales. Respondieron a mis post en blogs oficiales, funcionarios, periodistas sin decoro, escritores y críticos oportunistas, por cierto, los de escaso talento.
No habrá forma de doblegarme
Entonces la Seguridad del Estado comprendió que sus presiones no habían surtido efecto, que no los tenía en cuenta y de cierta manera, los mantenía en el descrédito; por lo que idearon manipular a una ex pareja, de invención maquiavélica y han creado una serie de denuncias, por lo cuales, sin tener el más mínimo elemento que me relacione con los supuestos hechos fantasiosos, estoy siendo procesado con una petición que de la suma total de 54 años de cárcel, la Fiscalía hace una conjunta y expide una petición de 15 años de privación de libertad.
Desde hace más de dos años espero impacientemente, doy el tiempo para que el Gobierno, la Seguridad del Estado, la Policía Nacional Revolucionaria y la Fiscalía de la República recapaciten que no habrá forma de hacerme doblegar y callar mi aliento de libre expresión; a pesar de sentirme aterrado de vergonzantes acusaciones.
Siete meses después de comenzado el proceso legal, prácticamente ignorado por los investigadores al reconocer que las investigaciones no tenía ningún basamento lógico dada la personalidad y la manera de conducirse de la calumniadora, tomó participación la Dirección General de la Policía, a través de una oficial que se hubo de presentar en el momento de la entrevista, sospechosamente, justo después de recibir una invitación para el Festival de la Palabra en Puerto Rico, fui obligado a firmar una fianza de 1,000 pesos, lo que por ende, me imposibilitaba legalmente mi participación en dicho festival literario.
Estas Instituciones Gubernamentales, viendo mi postura firme, a pesar de sus esfuerzos y torturas, físicas (la fractura del brazo) y psíquicas, y a partir que publicara varios post sobre la manera que intentaron hace años construirme como miembro de la Seguridad del Estado, han decidido forzar, intensificar y apurar el proceso infame que mantienen sobre mi persona, en su intento de que calle o pague la osadía de revelarme contra el silencio que ellos imponen.
Privado de ver a mi hijo
Como comienzo de la tortura psicológica, se me impuso una orden de “alejamiento de la supuesta víctima”, pero el objetivo real ha sido evitar mis relaciones filiares con mi hijo de 12 años, por lo que he sido privado, por espacio de dos años, a todo contacto con él. De esa manera enferma también, mi hijo ha sido alejado de su media hermana, los que hasta ese momento, mantenían una relación afectivamente intensa. Desde entonces ni siquiera ha ocurrido una llamada telefónica.
El pasado 4 de agosto, mi abogada, Lic. Lourdes Azúa, fue atemorizada al intentar involucrarla en el proceso investigativo contra mi persona. El Capitán Amauri (de educación semianalfabeta), de manera irrespetuosa y de subestimación, me hizo preguntas capciosas delante de la Licenciada, donde ponía en entredicho la ética profesional de la Letrada que se ha mantenido en su profesión por más de cuarenta años. Mi representante de inmediato hizo llegar una carta a la Directora de su Bufete Colectivo, y a la Dirección Nacional de Justicia, para que tuvieran conocimiento de lo que pudiera ser, el comienzo de hostigamiento a su persona por cumplir con su deber.
Después de abandonar la estación policial, estuve deprimido por espacio de veinte horas, pero finalmente, en horas de la madrugada toqué puertas donde me abrieron sus corazones y aconsejaron, ayudaron a levantar el espíritu optimista que generalmente poseo. También pensé que tener el ánimo recaído les haría más fácil su trabajo de verdugo. Quizá hasta brinden por mi mala suerte.
Sin la más mínima intención de convertirme en mártir, tengo la certeza de que la misión que traje ya pude haberla cumplido. Tengo dos hijos. Escribí varios libros. Sembré un árbol en la Demajagua, a unos metros de la campana redentora. Y he cumplido a cabalidad con Dios, con la raza humana, la Institución Masónica a la que pertenezco por casi 25 años. A continuación sería repetirme, porque mis sueños personales no abarcan mucho más, salvo ver mi país con todas las libertades que están adheridas al ciudadano.
A pesar del miedo
Por lo que quiero asegurar que mientras posea fuerza en mi cuerpo, continuaré expresando mis sentimientos a través de la palabra escrita, con la literatura y el blog de Los hijos que nadie quiso. No aceptaré intimidaciones, actos vandálicos, o procesos burdos aunque atenten contra lo más preciado: los sentimientos y el decoro. Soportaré hasta lo indecible para no ser doblegado y continuar expresando mis ideas, criterios y posiciones de principios.
No importa que me encarcelen, vejen, humillen, desmoralicen, avergüencen, palabras que quizá sean sinónimos pero me han enseñado el sentido más profundo y etimológico de cada palabra y lo que las diferencia. A pesar del miedo, del sufrimiento a mi familia y amigos, soy feliz porque creo estar cumpliendo con el ideario martiano, con la irrenunciable labor de alcanzar para todos la luz prometida del Partido Revolucionario Cubano que fuera, entre otros, fundado por José Martí.
Si llegara el momento les aseguro que iré orgulloso a prisión. Y allí permaneceré el espacio que dure mi cuerpo en ayuno. No deseo que me recuerden. No haré nada que lo amerite. Otros ya lo han hecho y son insuperables. Con seguridad plena, estoy convencido que después de mí, vendrán los que con hidalguía sabrán conquistar los sueños de los que ya no estaremos, lo que agradezco de antemano.
También reconozco infinitamente el apoyo de todos y cada una de las personas que han respondido al llamado de la Justicia, porque preferiría no estar que aceptar continuar con la venda y la mordaza, parafraseado al Apóstol, viendo un Amo en mi Patria.
En lo que respecta a mí, si humildemente pudiera hacer una petición, sería que Dios y Martí no me abandonen nunca.
En La Habana, a los 17 días del mes de agosto de 2010
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