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jueves, 15 de mayo de 2014

Coacción legitimada.

El carácter coactivo y antilibertario de la Constitución cubana es paradigma de un sistema social donde se flagela criminalmente la libertad de las personas, en contraposición a toda ley y principio natural de la máxima aspiración de la existencia humana.

La coacción o violencia privada no es más que la imposición de condiciones para obligar a un individuo a realizar u omitir una determinada conducta, incluyendo la libre expresión, como modus operandi de los Estados para establecer y perpetuar su enfermizo poder.

Y no podría ser de otra manera, pues el Estado es una creación diabólica que contradice la esencia de la naturaleza humana, por lo que la coacción y la amenaza son su condición sine qua non por excelencia. Aunque pueda parecer exagerado, en Cuba, ya antes del nacimiento, los individuos tienen preconcebida la ideología que deberán adoptar obligatoriamente en el transcurso de su vida.
Esta cruel falta de libertad, que lacera salvajemente el libre albedrío del ser humano, se encuentra muy bien definida en varios preceptos constitucionales.

Por ejemplo, el inciso a) de su artículo 39 estipula de una manera clara y concisa que el Estado orienta, fomenta y promueve la educación, la cultura y las ciencias en todas sus manifestaciones, pero "sobre la base del ideario marxista y martiano". ¡Qué fatalidad para la diversidad y los librepensadores de la actualidad!

Por su parte, el inciso c) del precitado artículo establece que el Estado promueve la formación comunista de las nuevas generaciones.

Como vemos, el ciudadano cubano está condenado, desde el mismo instante de su nacimiento, a renunciar a esa libertad que le viene concedida por la naturaleza, que no es otra que la de ser dueño y señor de sí mismo, de dirigir y gobernar su vida según su propio discernimiento.

Pero hay más. Y es que el arte no podía escapar de las extraordinarias garras asesinas del Estado, y en este sentido, el inciso ch) del propio artículo constitucional expresa que es libre la creación artística, siempre que su contenido no sea contrario a la revolución, o lo que es lo mismo, a los intereses de esa élite minoritaria del gobierno a la que llaman Estado.

¿Y qué sucede con la libertad de expresión? ¿Qué sucede con asumir otra postura? Pues nada, el artículo 53 de la Ley de Leyes deja también en claro algo muy oscuro, y es que hay libertad de palabra y de prensa, siempre y cuando estén en armonía con los fines del socialismo.

Finalmente, y para que no quepa ninguna duda de la arrogancia del burocrático Estado cubano, en su única disposición especial se estipula que el carácter socialista del sistema político y social impuesto es irrevocable, o lo que es lo mismo, ETERNO.

Según la Constitución, el cubano no tiene más opción que doblegar sus pensamientos, que es lo mismo que autodestruirse, o vivir eternamente bajo una disonancia cognitiva que indudablemente provoca daños fisiológicos irreparables. La coacción del Estado cubano contra sus gobernados constituye la máxima expresión de todas las coacciones, toda vez que obliga a renunciar al individuo a su patrimonio más legítimo: su propio yo.


joisygarcia@gmail.com

 

Ética y valores individuales

En vez de pensar que el capitalismo es el sistema donde las personas pueden comportase como quieren o piensan, debemos tener en cuenta que este determina el comportamiento individual, y demuestra que la maldad no está en un sistema, sino en los individuos que lo conforman. Sobradas experiencias nacionales lo demuestran.
Creer que es altruismo y sacrificio el de los gobernantes en el catastrófico sistema socialista, no es más que conceptualizar un error. Los gobiernos y sus funcionarios distribuyen, nunca producen, es decir, son servidores públicos. Por cierto, muy mal sirven, porque mantienen a todo un pueblo sin acceso a internet ni a los periódicos internacionales y para colmo han hecho de la estatizada Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, Sociedad Anónima (ETECSA) un guardián de la policía política en el escamoteo de informaciones.

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Al percibir que algunos corruptos servidores públicos se escudan tan hábilmente y por tanto tiempo en las prebendas del Estado, es que he querido llamar la atención sobre lo que entendemos es la ética en los empresarios, pues como conocemos, el capitalismo se basa en el respeto por la propiedad individual y la libertad de todos los seres humanos. Los empresarios éticamente auténticos deben tener la noción del principio del capitalismo, pues al interactuar los individuos mediante contratos voluntarios, se sobreentiende que no son ellos (los empresarios honestos) los culpables de fomentar la política del garrote y la "zanahoria que algunos conocemos muy bien.

La palabra filantropía se deriva del griego φίλος (philos), "amor", y άνθρωπος (anthropos), "ser humano", por lo que significa "amor a la humanidad". Esto se traduce en la ayuda a los demás, sin que necesariamente se requiera algún intercambio o interés como respuesta. Generalmente estos esfuerzos filantrópicos son realizados por individuos o por grupos de individuos organizados y llamados en todo el mundo organizaciones no gubernamentales (ONG).

A hacer donativos a organizaciones humanitarias, personas y comunidades que trabajan para ayudar a los demás, directamente o a través de ONGs con fines no lucrativos, así como el trabajo voluntario para apoyar a instituciones que tienen el propósito específico de ayudar a los seres vivos, son consideradas actos filantrópicos, siempre y cuando no estén movidos por intereses.
Ganar dinero honradamente no es abusar de nadie. Para ayudar al prójimo primeramente hay que tener, y qué mejor que tener gracias a nuestro sacrificio personal, con ética en nuestra conciencia, pensando en la redistribución voluntaria hacia nuestros congéneres.

Aquí debería sumarse la noción de que debe existir una "ética de la prisa", y aún más para nuestro país, pues cada día sin respuestas adecuadas a los sufrimientos y frustraciones de la población significa daños irreversibles, y la pobreza es algo cuya solución no puede ni debe esperar. ¿Y cómo ser filantrópicos en la descarnada miseria que nos rodea ya que las leyes no tienen en cuenta al pueblo?

Ningún cambio hasta ahora ha significado nada para los que continuamos descalzos y a pie. Las políticas que se siguen hasta hoy continúan haciéndonos dependientes, y por lo tanto no nos dejan alzar el vuelo hacia el libre mercado, es decir, nuestro libre albedrío. Continuamos esperando por alguien que nos inyecte con verdaderos y nuevos valores, pero sin perder la ética.