Bien va aquel que
sigue una ilusión, cualquiera que sea esa ilusión;
Bien va el
práctico, que en su ilusión bancaria cree ser mañana feliz;
Bien va aquel a
quien su ilusión política coloca en plausibles ambiciones
y en sueños de
puestos proficuos, y aquel que tiene, por fatal peregrinación,
que busca entre
las estrellas su provecho de nefelibata; bien va
si
lleva en la mano la conciencia, y su corazón está con él…
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