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martes, 30 de noviembre de 2010

“Lo importante es que la cosa ya empezó”.

LA HABANA, Cuba, noviembre de 2010
Joisy Garcia Martinez.

Por estos dias todos los cubanos que no hemos estudiado economia lo lamentamos, aun estandome lellendo el magistral libro de Harvard Busness Scholl Press de Robert S. Kaplan y David P. Norton, Como utilizar el Cuadro de Mando Integral, (Para implantar y gestionar su estrategia) algunos nos hacemos preguntas y no comprendemos exactamente hacia donde va la barca cubana, pero como desescribe Domingo Amuchástegui Alvarez “Lo importante es que la cosa ya empezó”.

Lo que verdaderamente esta por pasar nadie lo sabe y todos se lo imaginan pero solo se comenta en nuestros barrios que para abril otro medio millón de trabajadores quedara sin empleo, la empresa eléctrica previniendo un aumento en los gastos del sector ha subido su servicio para los usuarios que consuman más de 300 kw/h al mes, y será en una escala progresiva de la tarifa que oscila del 15% al 285%, lo que nos da a entender que es una sanción a los que incursionemos en el sector privado.
Comparto sus ideas en este articulo de Cubaencuentro.

Economía
Las reformas a examen: buen comienzo, pero muchas incertidumbres

Los muchos e importantes “peros” que preocupan a los cubanos, desde economistas a ciudadanos comunes y corrientes

Domingo Amuchástegui Álvarez, Miami
16/11/2010 Cubaencuentro.

“Lo importante es que la cosa ya empezó” es probablemente la frase más popular entre aquellos que en Cuba se sienten optimistas hacia lo que está teniendo lugar en torno a las reformas; está claro que las cosas se están moviendo en la dirección adecuada, aunque todavía existen muchos “peros” en la mente de muchas personas y en los debates que se están produciendo en la Isla.

¿Cuáles son estos “peros”? A nivel macroeconómico, reconocidos economistas cubanos desde instituciones académicas han subrayado algunos muy importantes, tales como:

La ausencia de un modelo teórico como sustento de las actuales reformas, que haya sido el resultado de un consenso social y político alcanzado con anterioridad. Se sabe que se están fraguando otras muchas reformas que también carecen de sistematicidad y de un enfoque integral, y que permanecen en una atmósfera de misterio, dentro de un proceso de experimentación muy lento. La existencia de un proyecto económico conocido como “Proyección de la economía 2011-2015”—mencionado por funcionarios del Gobierno en diversas ocasiones (hecho público y sometido a debate sólo a partir del 9 de noviembre)— no ha sido revelada ni se ha presentado a un debate más amplio y se intenta mantener su contenido en el mayor secreto. Los niveles de descentralización de la estructura estatal y el funcionamiento económico son muy inferiores a los que realmente se necesitan, lo que incluye una efectiva autonomía de las provincias, las entidades económicas del Estado y los servicios.

Las reformas están inspiradas, en lo fundamental, en las nociones del ajuste fiscal —como sucedió a principios de los 90— y se ha obtenido algún logro, como la reducción del déficit fiscal al 5% del PNB y una mejora del balance en el sector externo que les ha permitido abonar dos tercios de las cuentas extranjeras anteriormente congeladas y una buena parte de la deuda externa. Este ajuste fiscal continuará en 2011 con el principal objetivo de equilibrar el presupuesto estatal y alcanzar un ligero superávit, y en esto desempeñarán un papel fundamental los cortes drásticos en los subsidios estatales y los nuevos modelos impositivos.

Muchas de las iniciativas actuales —incluyendo el ajuste fiscal y el autoempleo— fueron puestas en práctica a principios de los 90 hasta que, si bien no declarado oficialmente y sí en la práctica, fueron condenadas a su extinción. En 2007 el autoempleo había caído de 157.000 a 138.000 y para 2009 su tasa se redujo de manera artificial al 1,7%, la menor en todo el mundo, en un intento de escenificar el sueño del pleno empleo, para que, al cabo de un año, la realidad de la vida llevara al país a un serio colapso en las cifras reales de la economía cubana.

Y el fracaso de los 90 —que incluyó el estancamiento del Perfeccionamiento Empresarial— proviene de que muchas de las reformas imprescindibles se vieron aplazadas una y otra vez durante casi 20 años.

La política económica actual se enfrenta a un dilema similar al de la década de los 90, pero se encuentra inmersa en circunstancias muy diferentes. Hoy no se cuenta con reservas para hacer el juego inflacionario del gasto público, por la sencilla razón de que las personas no pueden encararlo con el nivel de entradas y pensiones que poseen, y porque la economía cubana ya no puede soportar las crecientes distorsiones entre empleo y ausencia de productividad en un contexto de precios al alza —que se ha multiplicado por nueve— y una caída del poder adquisitivo de los salarios —que se ha reducido en el 70%. Todo ello ha creado lo que se conoce como “círculo vicioso entre salarios y baja productividad” que ya lleva produciéndose muchos años. Si las actuales reformas no superan este reto de una vez y para siempre, “la economía nunca conseguirá iniciar un crecimiento sostenible”.

A nivel microeconómico, los “peros” resultan menos sofisticados y mucho más específicos, sobre todo, los siguientes.

En la agricultura, los tres problemas más importantes son:

Acopio, que continúa siendo “la raíz de todos los males” para los cubanos que trabajan la tierra y el único obstáculo para la expansión de relaciones de mercado en este sector. Los cambios puestos en práctica han sido bien acogidos, pero se consideran insuficientes para eliminar uno de los pilares más desastrosos del control estatal sobre la agricultura. No obstante, se espera que el Estado aplique nuevas formas de mercadeo que vayan sustituyendo de forma gradual el tan denostado Acopio. Entretanto, campesinos y cooperativas podrán ahora incrementar un mercadeo privado de diversas maneras.

La adjudicación masiva de tierras a agricultores individuales y cooperativas privadas continúa siendo la reforma más drástica, pero su puesta en práctica está afrontando todo tipo de obstáculos. Según Pedro Olivera, director del Centro Nacional de Control de la Tierra, “sólo el 46% del 1,7 millón de hectáreas entregadas por el Gobierno a 100.000 campesinos desde septiembre de 2008 son realmente productivas”. El 54% de estas tierras permanece inactivo debido a una enorme plaga de marabú, la ausencia de herramientas y recursos, y la persistente sequía que está afectando al país desde que se produjeran los devastadores huracanes. Otro problema son el papeleo burocrático, las restricciones y la lentitud a la hora de responder con eficiencia a las demandas de terrenos. Dos años han transcurrido y casi el 20% de las 133.900 solicitudes no se han atendido.

La ausencia de inversiones por parte del Estado, el capital foráneo y/o las empresas mixtas, lo que resulta particularmente relevante cuando se trata de grandes proyectos agrícolas que dependen directamente del sector externo, como pueden ser la industria del azúcar, los cítricos, el ganado y otros. A pesar de los rumores, algunas declaraciones oficiales —como la del miembro del Buró Político Ulises Rosales del Toro— y alguna ley aprobada recientemente que favorece el arrendamiento hasta 99 años a inversores extranjeros, no se ha ejecutado, ni se prevé, ningún proyecto por ahora. Encontrar socios para estos sectores en concreto constituirá un reto extraordinario, si consideramos las opiniones que prevalecen entre muchos inversores extranjeros respecto a la economía cubana y a este campo en particular. El tema de las inversiones extranjeras contiene otras muchas ramificaciones de características similares, como ocurre con el petróleo, el níquel, la biotecnología y otros.

El otro tema que ha despertado todo tipo de especulaciones y comentarios es el que tiene que ver con los pequeños negocios (no sólo los cuentapropistas), y aquí encontramos una serie de “peros” relevantes:

La lista de 178 actividades para cuentapropistas y pequeños negocios está considerada de manera generalizada como excesivamente corta y precaria.

Las actividades resultan demasiado específicas, lo que limita la iniciativa individual.

La posibilidad de adquirir créditos de los bancos se percibe como muy restringida debido a los incontables problemas de liquidez que sufre el sistema bancario. Todavía los bancos deberán recuperar cientos de millones que prestaron para que los ciudadanos pudieran adquirir los equipos electrodomésticos vendidos en los últimos años.

La legislación actual y las acciones del Gobierno no contemplan un mercado minorista para la adquisición de abastos, herramientas y servicios por parte de los cuentapropistas y las pequeñas empresas. Los recursos necesarios para su funcionamiento deberán llegar de fuentes ilegales y la economía informal, y no se prevé un apoyo estatal significativo en un futuro próximo. Una solución a corto plazo sería promover microcréditos provenientes de la cooperación internacional, incluyendo a los inversores extranjeros y las empresas mixtas que operan en Cuba. Estas medidas reforzarían la legalidad del funcionamiento de las pequeñas empresas.

Con el aumento del desempleo y la agudización de la crisis económica, resultará muy difícil para esos pequeños negocios y cuentapropistas encontrar un mercado para sus actividades; la mayor parte de la demanda actual ya está cubierta por la economía informal. Así que requerirán lo que se describe como “shock positivo” para el servicio o producto que brindarán, lo que comprende también algunas de las medidas señaladas en nuestro análisis del pasado octubre. La economía informal puede ser “derrotada” sólo con medidas que amplíen y abran oportunidades para los cuentapropistas y las pequeñas empresas. Sofocarlos, repito, sólo empeorará las cosas y dará lugar a mayores incentivos para la economía informal.

Por último, los impuestos pueden convertirse en una herramienta precisamente de ahogo en esta etapa inicial. La legislación que rige actualmente el sistema impositivo se percibe por parte de la mayoría de los sectores como excesivamente severo, con estándares demasiado altos, y no está favoreciendo el crecimiento de estos nuevos sectores de la economía cubana. Además, el aumento de los precios del gas, la electricidad y otros productos crean aún más limitantes. Recientemente Granma apuntaba: “Este impuesto (sobre la mano de obra) tiene carácter regulatorio para impedir la concentración de riqueza y el uso indiscriminado de la mano de obra”. Pura retórica de 30 años atrás. La economía de la Isla ya no existe y el mundo ha cambiado rotundamente. Ya nadie se opone a los impuestos, sobre todo en un país como Cuba donde 4,9 miles de millones anuales se abonan en concepto de pensiones y jubilaciones, pero resulta imprescindible una política de incentivos efectivos para el despegue de estos nuevos sectores; y la prueba de ello está en el pasado reciente.

En general, muchas personas están actuando de manera positiva. Están solicitando sus licencias, revisando el código de impuestos, abriendo nuevos negocios, buscando socios y pericia en ciertos oficios, indagando por lugares y terrenos donde instalar sus empresas, a la espera de que el Gobierno los autorice y aclare qué créditos dejarán a su disponibilidad, y echando cuentas para llegar a fin de mes, mientras se enfrentan a todos estos retos. Muchos en Cuba están al tanto de las experiencias china y vietnamita. Quizá el mejor enfoque a la situación actual ha sido el de Phil Peters, del Instituto Lexington de Arlington, Virginia, cuando le comentó a Reuters: “Apuesto a que el sector crecerá sustancialmente, pero sólo el tiempo dirá la magnitud que tendrá esta carga impositiva y cuántos emprendedores conseguirán soportarla”.

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Domingo Amuchástegui es historiador, politólogo y diplomático. Ocupó en Cuba cargos diplomáticos, docentes y políticos. Coautor de Intelligence and the Cuban Missile Crisis (1998).
joisygarcia@gmail.com

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